lunes, 25 de febrero de 2008

Mis Luces Al Final Del Túnel

A veces pareciera que somos como la misma persona. Pero otras, están tan lejos que no sé cómo alcanzarlos.
Quisiera simplemente extender mi mano y levantarlos. Hablan de la tristeza, y esa sensación que el cuerpo les reclama constantemente.
Y quieren intentarlo, solos.
Y yo me quedo aguardando sus pedidos de ayuda.
Entonces lo intentan, una y otra vez. Les digo que no está tan mal, que las heridas ya cicatrizaron. Que hay que salir a buscarlo.
Y se callan, me sonríen, me dan una palmada en la espalda y asientan con la cabeza.
Como si no entendiera, como si no supiera por lo que pasan.
Sólo necesito sentirme más cerca para poder contarlo.
Parece que todo es mínimo a su alrededor, que nada se compara a esa impresión. Trato de ser prudente y silenciosa.
Pero deben saber que hay consuelo, como dijiste alguna vez, el único límite es el cielo.
Se hacen fuertes y se esconden.
Y quedo esperando…que sus risas son mi vida, que su alegría es mi aire y su compañía mi paz.
Que estaré aquí para cuidarlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre digo, lo último que se pierde es la Esperanza. Como te dije el otro día... el tiempo dirá. Y lo sabés, hay heridas que no sanan, hay sabores que uno nunca olvida, y palabras que se graban y se traban ahi, en el centro del estómago, donde más duele. Pero con "la mirada siempre arriba". Vos sabés, sos mi luz en plena oscuridad. Gracias.

Pontiac dijo...

Habrá que trabajar en eso entonces. La mirada siempre arriba pero eso debe destrabarse en el estómago.