jueves, 13 de marzo de 2008

Carta Al Cielo


La tierra húmeda, el asfalto mojado, ese olor del humo de los autos, mezclado con la humedad. Con el olor a árbol, y por momentos se huele lo asqueroso de los gatos que también son parte del parque.
Con cuidado para no resbalarme, pisando las hojas que cayeron con el viento. El cielo nublado, una única luz que irradia el sol para recordar que es de día. Aunque ya es tarde y en cualquier momento se esconde del todo.
Esa caminata me hace recordarte aunque de esa forma, esas últimas veces.
Pero por momentos te confieso, te olvido. Y es grande el esfuerzo por no hacerlo.
Tu voz fuerte, grande. Tu risa a carcajada. Tus manos anchas. Tu pelo blanco, duro de los productos que usabas. Cómo fruncías el ceño para escucharme atentamente y tus brazos que los movías para todos lados para explicarme algo. Tus mímicas exageradas. Tus palabras y dichos. Aquellas largas noches de charla.
Y a veces vuelvo la mirada y pienso en cuánto te necesito. Tomarte de la mano y sentirme segura del paso, sentirme otra vez esa niña que no debía preocuparse.
Hoy tuve que subirme al mundo, y no puedo seguirle el ritmo, por momentos gira tan rápido que me mareo.
Y entonces vuelvo. Siempre vuelvo para sentir ese aroma al parque, y traerte de alguna forma, y sentirme rescatada con esa sensación de tenerte a mi lado.

miércoles, 12 de marzo de 2008